El Audi S8, la derivación deportiva del A8, es la quintaesencia del poder, el estilo y es una demostración de que el desempeño deportivo no está peleado con las grandes dimensiones.
Hagamos un poco de historia del modelo y descubramos sus raíces que hoy están tan bien plantadas como el sistema de tracción que Audi inventó, llamado quattro.
El A8 es el modelo más grande de la marca, si bien no tiene una gran historia ni tradición, se ha sabido meter a codazos en el segmento dominado por BMW con su Serie 7 y Mercedes-Benz Clase S por mencionar a sus competidores de la misma nacionalidad, sin olvidarnos del Jaguar XJ o el Masetari Quattroporte.
Nace en 1994 y su principal carta de presentación fue la construcción totalmente en aluminio –tanto de la carrocería, como del bastidor- , en esos años se empezó a escuchar una frase hoy común que decía así: Audi Space Frame.
El primer S8 ve la luz en 1996, un fastuoso sedán de más de cinco metros, pero con el desempeño y comportamiento de un deportivo, gracias al sistema de tracción quattro y las motorizaciones poderosas que en aquella época que superaban los 300 hp.
Gracias a esas cartas de presentación el S8 se ganó pronto un lugar en las cocheras de los entusiastas, y empezó a compartir el espacio con vehículos deportivos del talante de Ferrari, Porsche o las versiones deportivas de M-B o BMW.
La tercera generación
El S8 que nos ocupa ahora no es un auto reciente, la generación Typ D4 / H4 nace en el 2010 y es un vehículo que ha sabido amalgamar la deportividad de un R8, y aprovechar la reputación que ha obtenido el fabricante de los cuatro aros al ganar infinidad de veces y de forma casi consecutiva las 24 Horas de Le Mans.
Empecemos por el diseño exterior, es un auto grande, muy grande ya que las dimensiones son generosas, 5,136 mm de largo total, 1949 mm de ancho, la altura es de 1,458 mm y la distancia entre ejes es de casi tres metros, 2,994 mm y como dato cultural, entre los ejes de este trasatlántico, cabe un smart y sobran aún 30 centímetros ¿Ya lo dimensionaron? El peso del S8 se acerca a las dos toneladas.
La movilidad corre a cargo de un motor FSI, de gasolina fabricado en aluminio con ocho cilindros en V, 4.0 litros sobrealimentado con dos turbocompresores que nos brindan el poder de una manada de 520 corceles salvajes en el rango de las 5,800 revoluciones y con una fuerza de torque de casi 480 lb-pie en el rango de 1,700 a 5,500 rpm. El motor cuenta con un sistema denominado “Audi Cylinder On Demand” que desconecta la inyección de mezcla en cuatro pistones, con lo que permite al S8 gastar menos combustible y por ende generar menos emisiones, ya que en velocidades bajas –hasta 25 km/h- y en un rango del 960 a 3,500 rpm el vehículo circula en tercera velocidad y únicamente alimentado cuatro de los ocho cilindros
El potente propulsor complementa su trabajo acoplado a una transmisión Tiptronic de ocho velocidades y un diferencial de deslizamiento limitado que conecta ambos ejes para repartir la tracción según los requerimientos de agarre.
La suspensión ofrece cuatro modos, destinados al manejo confortable y suave y con el toque de un botón, se convierte dura, firme y con un tacto deportivo para manejo divertido en una carretera sinuosa y veloz o para satisfacer los requerimientos de una conducción en pista.
El único vínculo entre el S8 y el piso proviene de unas llantas P.265/40 R 20 que están montadas en unos rines de aluminio forjado de diseño exclusivo de la versión.
En la pista
El S8 nos arropa con un lujoso interior, saltan a la vista inmediatamente materiales de primerísima calidad y de clara orientación deportiva, muchos detalles en fibra de carbón real y aluminio cepillado, el cuadro de instrumentos denota claramente el parentesco con el R8.
El enorme sedán ofrece hasta cinco programaciones de manejo, cuatro preestablecidas y una completamente configurable a gusto del conductor, la suspensión se puede programar, mientras que la caja de cambios también ofrece la función de cambios manuales mediante las paletas ubicadas detrás del volante.
Tras el volante es muy fácil olvidarse que se trata de un vehículo de las dimensiones que tiene el S8 y gracias a las muchas asistencias dinámicas (léase ESP, ABS, EDS y el diferencial de deslizamiento limitado), el manejo puede ser tan suave que las imperfecciones por las que se circula sean casi imperceptibles y que con el toque de un botón dejemos salir el alma rabiosa que vive dentro del V8 TSI y sentir todos y cada uno de los 520 caballos de fuerza disponibles.
En el modo Sport la suspensión es rígida, los cambios de la caja son más largos y en las zonas sinuosas de la pista el S8 no titubeará pese a las casi dos toneladas de peso que carga en sus hombros, eso sí, el conductor debe apuntar con aplomo y “entrar” a la zona sinuosa con certeza y sin timidez, ya que al hacer movimientos raros o provocar un desbalance del centro de gravedad con un trazo errático provocará que las “nanas” electrónicas del Audi entren en acción y se entrometan en nuestra diversión corrigiendo el rumbo.
El perfecto balance de pesos, la electrónica y un sistema de tracción sin igual pueden hacer de una conducción rápida, una acción segura y muy divertida.
Si bien no es el más nuevo de los sedanes de lujo “grandes” disponibles en en nuestro mercado, el diseño se aprecia muy vigente y desde ciertos ángulos es hasta intimidante.